La desesperanza… Esa que sólo pueden darnos los anarquistas y los terraplanenses unidos en su falta total de respeto a la filosofía de Darwin, negándo sus nobles principios de contranatura manera, mañosamente forzada en la sonrisa de la ignorancia más supina.

Instagram! Ahhh, vanidad, qué pecado más sabroso! Narciso! Ven, apúrate, que Kairos no espera a nadie, ni siquiera a ti. Nada rápido, aléjate de esas profundidades y tómame mi mejor pose con labios de selfie.

Oh Marquesa de la Casona de Curacaví, qué blancas son tus piernas y encajes, y qué café más sabroso, bajo un cielo rojo, fuego intenso de momentos inolvidables. Ya nos volveremos a contar esas historias que tanto os gustan.

Tú Rimbaud y esos poetas «marditos», con esas mujeres «marditas», satánicas y canallas, con vuestros licores «marditos», de alientos pecaminosos! Ustedes! Todos ustedes, pucha que los quiero! Mardita sea.

Y vender, vender el alma al diablo, para qué? Oh, sí, claro, la ilusión del poder, la ilusión del dinero, vamos que mola, seguro? Si el Diablo es diablo porque lo cobra todo, lo exige todo y te deja viviendo sólo con mendrugos de pan, porque el resto es su cosecha.

Por culpa de los protestantes se acabaron los estudiantes, y no es cuestión de religión ni de «volver al futuro» en los ochenta. Por culpa de los protestantes, los doce juegos ni se juegan. Por culpa de los protestantes hay un límite que rompe los sueños.

Me gusta la escalopa porque la escalopa es buena, y mejor si nada en un buen mosto sabroso. Me gusta la escalopa porque la escalopa es divertida, graciosa y rica, y mejor con rocoto que me vuelve loco. Así que, me gusta la escalopa, en verano.

Viendo el ocaso en la compañía de Grandes Maestros, un cielo anaranjado anuncia el ingreso de las Tinieblas, es la Luz la que retrocede… Aquí estamos en el ocaso, pero ellos están serenísimos, pues saben que la Luz volverá mañana.